miércoles, 4 de diciembre de 2013

Ropa para pobres

Una sola frase escrita con fibra negra sobre un papel y pegada a una bolsa negra, de plástico, con ropa vieja. "Ropa para pobres".
Increíble.
Estamos verdaderamente en un mundo donde existe ropa para pobres y ropa para ricos? 
Que payasada tan grande. Hasta da risa.
Pero en mi corazón algo se agitó como el agua sobre el barro. Y algo dolió.  Mucho.
Serían los años de sólo poder comprar la ropa más barata para una familia grande?
Serán las veces que me dijeron en la tienda más famosa del pueblo, con la mueca cruel de la discriminación: "mirá que esto vale tanto....".
Vos no tenés cuenta acá. .. y eso.
Pero nada pasa en la vida porque sí.
Pasamos por momentos de pobreza "material" ,y quien no?
Conocimos las miradas torcidas, la cara del hambre y las decepciones.
Pero todavía hay fuerzas para reconocer que el camino recorrido fue valioso. Y mucho. Que las marcas dejadas sólo son huellas, raspones,  leves cicatrices.
Pero esto es demasiado para cualquiera. Donar a un Hogar que vive de la caridad, cuanta cosa sobre en la casa, y ponerle ese cartel encima es demasiado.
Hay 35 personas en el Hogar. Personas. Gente. Ángeles llenos de amor y dulzura.
No es suficiente el abandono familiar y de quien sabe quien más ?
Ya que están en el Hogar hagamos alarde de buenos cristianos, donemos lo que sobra,lo que dejó el difunto, lo que juntaron para aparentar, y vayamos a sacarnos fotos. A regalar ilusiones. A sonreír por obligación.
Y digamos muchas veces: "pobrecitos! ", como si fueran accidentes naturales, animalitos,  o como si no escucharan, ni sintieran, ni vieran. Tal vez por mucho decirlo se solucionen los problemas, se ponga la comida en la mesa, se limpien los pisos, se vistan.
Me duele acá, en el medio del pecho, en ese lugar de donde nace la furia, la impotencia, esas ganas enormes de hacer algo más cercano al pecado que a la gracia.
No pueden seguir los hombres dejando a un costado del camino a otros, y pasar como si no existieran. O lo que es peor, lanzarles las definiciones más dolorosas.
Pobres. Ustedes son los pobres.
Pobres de qué?
No irán a una boutique, se pondrán lo que reciben, pero no cualquier cosa. Ah no. Ellos no. 
Eso se llama dignidad señores. Y de eso no son pobres. Porque cada día se les da lo mejor que hay para que ni se enteren que afuera hay gente que los ha crucificado.
Saben mucho más que muchos, saben amar. Y mucho. Son una familia grande y sólida. Tienen profesionales que velan por ellos, a cada hora. Y un sacerdote al que llaman papá.  Y mucha gente que los quiere bien. Y va a luchar por ellos.
No vengan a decir que son pobres. Todo lo contrario. Ellos son ricos. Riquísimos. Tienen de sobra lo que falta por ahí afuera. Dignidad, respeto, solidaridad, capacidad,  y amor del mejor.
Ay de nosotros, cristianos de balcón. 
Hace mucho que no miramos con atención al Hombre detrás del que caminamos, Ese, que murió desnudo en una cruz.
Dejémonos de farsas,  de poner carteles. Hagamos el esfuerzo de la coherencia. Vayamos a hurgar un poco en ese lugar al que llaman conciencia.
Y a ver que sale. Tal vez podamos un día aceptar las diferencias,  juntarnos con los pobres, con los marginados, esos a los que sentimos diferentes.
Y dejar de ser doñas de iglesia, de llenar con ropa vieja una conciencia que se acostumbró a la naturalidad de la discriminación, a la costumbre de dar lo que sobra,no lo que se necesita. Hay una diferencia, y grande.