Cuando Elina se levantó ayer muy de madrugada a hacer la fila inclemente del Anses nunca se imaginó lo que le esperaba.
Hacía muchísimo frío. Se abrigó bien y tomó coraje. Era un trámite que sólo ella podía hacer .
Subió al colectivo y se bajó donde le habían indicado. Como ella es nueva en la ciudad todavía no se ubica bien .
Y se paró en la fila en silencio . Nunca supo como apareció el dolor . Como una cuchillada que le partía la espalda . Tan feroz que la tiró al suelo.
Sus compañeros de fila quedaron mirándola. Quizás pensaron que ella pretendía ganarles el lugar con sus gritos . Después de un rato de ignorarla una señora le dijo que ahí cerca había un hospital donde la ayudarían. No sabe cómo hizo para subir al colectivo y bajar en la puerta del hospital.
Quizás Elina también vio alguna vez esas series extranjeras donde se llega a una sala de emergencias y todos salen corriendo a buscar al enfermo, y la preocupación de los profesionales cuando a una persona le duele mucho un lugar determinado del cuerpo. Quien sabe.
El dolor ya no la dejaba ni pensar. Y el miedo y la soledad .
Casi se arrastró siguiendo las instrucciones hasta la sala de emergencias y no pudo seguir. Le faltaban dos escalones y cinco pasos pero no podía avanzar.
Lloró y gritó agarrada a la puerta durante , escuchen : una hora y media . Una hora y media de gente que pasaba , personal del hospital, enfermos, curiosos , humanos . Humanos ?
Ahí la conocí. Torcida de dolor . Impotente. Sola.
Entré con ella . Pregunté varias veces por ayuda . Me encontré varias veces con la misma respuesta indiferente. Ella nunca hubiera hablado porque ya no podía hacerlo.
Las otras mujeres que esperaban con la misma necesidad de atención nos insistieron en que cruzáramos la puerta a exigir ayuda.
- Hágala entrar ahí, enseguida la van a atender.
Sus gritos desesperados se escuchaban desde afuera . Elina era un manojo de dolor . Se sacaba la ropa que la molestaba porque sentía que se quemaba. Trataba de vomitar . No sabía en que posición ponerse . Iba adoptando la posición fetal en que todo humano se vuelve pequeño en la seguridad del vientre.
Por fin vino una enfermera. Le hizo unas preguntas bruscas como si estaba embarazada y eso . Le tomó la presión y la fiebre e hizo un gracioso gesto de festejo porque no había más temperatura de la normal. Quien sabe que festejaba . Quizás que tendría menos trabajo.
Después vino el facultativo. Que ni saluda en su difícil tarea de atender seres molestos y doloridos. Le preguntó donde le dolía y le aplicó dos certeros golpes que la hicieron rugir de dolor . Mandó una ecografía y un calmante.
Cuando el calmante hizo un poco de efecto nos presentamos y conocimos. Compartimos historias de lo extraño que se está poniendo el mundo . De lo increíble que es encontrarse en medio de tanta indiferencia.
La dejé con su tía. Pero seguimos hablando vía whatsapp.
Nos quedamos pensando en que está pasándonos . En que a nadie le interesa el hermano caído ni aunque esté gritando de dolor. En que momento cruel nos comenzamos a preocupar más por un lugar en una fila o un turno que por ayudar al que está sufriendo .
Y en por qué hay cosas que sólo vemos por la vidriera: la atención médica urgente , la calidad humana , el cuidado .
Elina todavía tiene miedo de morir. Aún no encuentra un lugar donde no hagan falta tantas explicaciones y sólo le ayuden .Donde le toque un turno de los 5 que dan a los primeros que llegan a la noche anterior y esperan . Porque sufre. Porque no tiene obra social. Porque quiere vivir sin que la maltraten ni la estafen.
Todos somos responsables de esta realidad. Los que pasamos de largo, los que no nos queremos involucrar , los cómodos.
No parece que hayamos evolucionado en 2000 años . Para nada . Al contrario. Cabizbajos adorando un aparato que llegado el caso no nos trae a nadie que nos ayude.
Lo mismo que los personajes bíblicos, los fariseos de la actualidad pasamos de largo, no cuidamos, no damos agua , no ofrecemos un manto , no lavamos los pies a nadie.
Hacía muchísimo frío. Se abrigó bien y tomó coraje. Era un trámite que sólo ella podía hacer .
Subió al colectivo y se bajó donde le habían indicado. Como ella es nueva en la ciudad todavía no se ubica bien .
Y se paró en la fila en silencio . Nunca supo como apareció el dolor . Como una cuchillada que le partía la espalda . Tan feroz que la tiró al suelo.
Sus compañeros de fila quedaron mirándola. Quizás pensaron que ella pretendía ganarles el lugar con sus gritos . Después de un rato de ignorarla una señora le dijo que ahí cerca había un hospital donde la ayudarían. No sabe cómo hizo para subir al colectivo y bajar en la puerta del hospital.
Quizás Elina también vio alguna vez esas series extranjeras donde se llega a una sala de emergencias y todos salen corriendo a buscar al enfermo, y la preocupación de los profesionales cuando a una persona le duele mucho un lugar determinado del cuerpo. Quien sabe.
El dolor ya no la dejaba ni pensar. Y el miedo y la soledad .
Casi se arrastró siguiendo las instrucciones hasta la sala de emergencias y no pudo seguir. Le faltaban dos escalones y cinco pasos pero no podía avanzar.
Lloró y gritó agarrada a la puerta durante , escuchen : una hora y media . Una hora y media de gente que pasaba , personal del hospital, enfermos, curiosos , humanos . Humanos ?
Ahí la conocí. Torcida de dolor . Impotente. Sola.
Entré con ella . Pregunté varias veces por ayuda . Me encontré varias veces con la misma respuesta indiferente. Ella nunca hubiera hablado porque ya no podía hacerlo.
Las otras mujeres que esperaban con la misma necesidad de atención nos insistieron en que cruzáramos la puerta a exigir ayuda.
- Hágala entrar ahí, enseguida la van a atender.
Sus gritos desesperados se escuchaban desde afuera . Elina era un manojo de dolor . Se sacaba la ropa que la molestaba porque sentía que se quemaba. Trataba de vomitar . No sabía en que posición ponerse . Iba adoptando la posición fetal en que todo humano se vuelve pequeño en la seguridad del vientre.
Por fin vino una enfermera. Le hizo unas preguntas bruscas como si estaba embarazada y eso . Le tomó la presión y la fiebre e hizo un gracioso gesto de festejo porque no había más temperatura de la normal. Quien sabe que festejaba . Quizás que tendría menos trabajo.
Después vino el facultativo. Que ni saluda en su difícil tarea de atender seres molestos y doloridos. Le preguntó donde le dolía y le aplicó dos certeros golpes que la hicieron rugir de dolor . Mandó una ecografía y un calmante.
Cuando el calmante hizo un poco de efecto nos presentamos y conocimos. Compartimos historias de lo extraño que se está poniendo el mundo . De lo increíble que es encontrarse en medio de tanta indiferencia.
La dejé con su tía. Pero seguimos hablando vía whatsapp.
Nos quedamos pensando en que está pasándonos . En que a nadie le interesa el hermano caído ni aunque esté gritando de dolor. En que momento cruel nos comenzamos a preocupar más por un lugar en una fila o un turno que por ayudar al que está sufriendo .
Y en por qué hay cosas que sólo vemos por la vidriera: la atención médica urgente , la calidad humana , el cuidado .
Elina todavía tiene miedo de morir. Aún no encuentra un lugar donde no hagan falta tantas explicaciones y sólo le ayuden .Donde le toque un turno de los 5 que dan a los primeros que llegan a la noche anterior y esperan . Porque sufre. Porque no tiene obra social. Porque quiere vivir sin que la maltraten ni la estafen.
Todos somos responsables de esta realidad. Los que pasamos de largo, los que no nos queremos involucrar , los cómodos.
No parece que hayamos evolucionado en 2000 años . Para nada . Al contrario. Cabizbajos adorando un aparato que llegado el caso no nos trae a nadie que nos ayude.
Lo mismo que los personajes bíblicos, los fariseos de la actualidad pasamos de largo, no cuidamos, no damos agua , no ofrecemos un manto , no lavamos los pies a nadie.