jueves, 29 de octubre de 2015

Ella sólo habla cuando crece el río...

Ella es silenciosa y tímida. Nunca saluda ni hace sociales en la vereda con las vecinas.
Suele salir en una moto sin frenos, rápida como un rayo, insolente, audaz.
Sus perros se odian con todos los perros del barrio ,por ellos se sabe cuando aparece. Por el coro de ladridos y peleas interminable.
Los muchachos del barrio suelen decir que es prehistórica porque advirtieron que no se depila las piernas.
Tiene un marido casi anciano. Y una niña preciosa y un niño pequeño.
Así pasa su vida durante el tiempo normal. Hasta que crece el río.
Y se vuelve locuaz y sociable.
- A mi me gusta cuando crece el río, me gusta pescar ahí en la costa.
La estuve observando estos días. Absolutamente feliz con la creciente. Pescando con un swing envidiable.
- Usted no pesca doña? Tiene que tirar nomás y va a enganchar algo.
Ella es una con el agua y el verde y el cielo.
-Que lindo está el día , me dijo mientras yo ya sudaba de calor, está fresco acá.
Alguien me dijo que tiene los rasgos duros, con algo de aborigen.
Quizás no todos puedan ver que hay millones de maneras de ser feliz. Y que la mayoría de las veces tiene poco que ver con las posesiones y los supuestos sociales.
Que hay mujeres que no vestimos de rosa y nos aterran las tiendas. Que estamos muy bien con una remera gris y un pantalón de corte dudoso. Que los estándares de estilo no significan uniforme.
Que se puede pescar al lado de los hombres y declinar amablemente sus insinuaciones .
Y hablar solamente cuando crece el río, quizás porque no se tenga demasiado que decir.




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