Sólo la vi una vez en mi vida . Ella caía suavecito en picada desde su nido en mi vientre. Eugénie se cayó. Eso pasó.
Esa mañana habíamos ido a trabajar a la escuela como siempre. Ella ya se movía un poquito.
Los niños eran pequeños en ese entonces . Entre 5 y 6 años . Esa bandada bulliciosa de primero . Y era un día normal para todos , excepto para Juancito (Por supuesto que ese no es su nombre ). Estaba muy alterado, no quería quedarse y su mamá ya se había ido . Y pensó que podía escaparse por la ventana . Se aferró con todas sus fuerzas y la trataba de romper a las patadas. Ya podía imaginar el final con el desastre de vidrios y llantos.
Ni lo pensé, corrí y lo agarré, no podía despegarlo . Y no pensé más que en mi deber. Y casi no sentí las patadas en mi vientre. Cuando logré bajarlo y calmarlo me di cuenta. Tenía un montón de golpes . Pero seguí dando clase hasta la hora de salida . Volvimos a casa y al rato empezó el dolor . Y la sangre .
Fueron muchos golpes para Eugénie.
Y partimos volando al sanatorio . A mil. Y nada pudimos hacer.
La vi a través de la ecografía. Como en una pesadilla . Mi pequeña. Mi niña .
Después la operación y el adiós.
Nunca había visto tanta sangre . A chorros . Al son de los latidos de mi corazón.
Y me fui un rato con ella. A ese lugar de luz donde no había dolor . Sólo paz. Una inmensa paz . Y escuchaba muy a lo lejos algunas voces que me decían que vuelva, que tenía otros dos hijitos y un esposo que me querían. Y algunas cachetadas y más charla . Pero no quería volver . La verdad que no.
La noche más larga de mi vida fue esa noche en la sala de terapia.
No recuerdo haber vuelto a llorar tantas horas seguidas sin tener con que para limpiarme el mar de lágrimas que empaparon la almohada y las sábanas.
Tenía un reloj enfrente , podía ver como se movía tan lento . Toda la noche .
Esa mañana habíamos ido a trabajar a la escuela como siempre. Ella ya se movía un poquito.
Los niños eran pequeños en ese entonces . Entre 5 y 6 años . Esa bandada bulliciosa de primero . Y era un día normal para todos , excepto para Juancito (Por supuesto que ese no es su nombre ). Estaba muy alterado, no quería quedarse y su mamá ya se había ido . Y pensó que podía escaparse por la ventana . Se aferró con todas sus fuerzas y la trataba de romper a las patadas. Ya podía imaginar el final con el desastre de vidrios y llantos.
Ni lo pensé, corrí y lo agarré, no podía despegarlo . Y no pensé más que en mi deber. Y casi no sentí las patadas en mi vientre. Cuando logré bajarlo y calmarlo me di cuenta. Tenía un montón de golpes . Pero seguí dando clase hasta la hora de salida . Volvimos a casa y al rato empezó el dolor . Y la sangre .
Fueron muchos golpes para Eugénie.
Y partimos volando al sanatorio . A mil. Y nada pudimos hacer.
La vi a través de la ecografía. Como en una pesadilla . Mi pequeña. Mi niña .
Después la operación y el adiós.
Nunca había visto tanta sangre . A chorros . Al son de los latidos de mi corazón.
Y me fui un rato con ella. A ese lugar de luz donde no había dolor . Sólo paz. Una inmensa paz . Y escuchaba muy a lo lejos algunas voces que me decían que vuelva, que tenía otros dos hijitos y un esposo que me querían. Y algunas cachetadas y más charla . Pero no quería volver . La verdad que no.
La noche más larga de mi vida fue esa noche en la sala de terapia.
No recuerdo haber vuelto a llorar tantas horas seguidas sin tener con que para limpiarme el mar de lágrimas que empaparon la almohada y las sábanas.
Tenía un reloj enfrente , podía ver como se movía tan lento . Toda la noche .
Al amanecer se dieron cuenta que yo no podía volver . Y lo llamaron a mi compañero. El me habló durante horas y me decía que todo iba a estar bien, y me contaba cosas de los chicos ,que la pequeña Ceci había ido al jardín y Martín a la escuela. Que la abuela los cuidaba pero que querían ver a mamá. Y todo lo que íbamos a hacer si yo volvía.
Al tercer día traté de levantarme y me fui de cabeza . Me faltaba la sangre . Y me faltaba Eugénie.
Y que iba a hacer con los pechos llenos de leche . Y con este dolor .
Como iba a volver al grado sin rencores. Porque el pequeño asesino era muy pequeño y nunca jamás debía saber lo que hizo.
Y nunca lo supo nadie más que nosotros , los padres que despedimos a Eugénie aferrándonos a lo que nos daba fuerzas para seguir .
Alguien hizo desaparecer sus cositas. Para que no duela tanto.
Alguien respondió las preguntas de los hermanitos que la esperaban .
Alguien vino a llorar conmigo y que le cuente la historia hasta que salga y se convierta en historia .
Todavía sigo a la niña de una compañera que tenía la misma edad.
Adiós Eugénie .
La vida me devolvió todo. Estamos en paz . El dolor se convierte en recuerdo y perdón. La vida sigue .
Sólo a veces me imagino sus ojos y su risa. Ahora tendrías 25 años .
Al tercer día traté de levantarme y me fui de cabeza . Me faltaba la sangre . Y me faltaba Eugénie.
Y que iba a hacer con los pechos llenos de leche . Y con este dolor .
Como iba a volver al grado sin rencores. Porque el pequeño asesino era muy pequeño y nunca jamás debía saber lo que hizo.
Y nunca lo supo nadie más que nosotros , los padres que despedimos a Eugénie aferrándonos a lo que nos daba fuerzas para seguir .
Alguien hizo desaparecer sus cositas. Para que no duela tanto.
Alguien respondió las preguntas de los hermanitos que la esperaban .
Alguien vino a llorar conmigo y que le cuente la historia hasta que salga y se convierta en historia .
Todavía sigo a la niña de una compañera que tenía la misma edad.
Adiós Eugénie .
La vida me devolvió todo. Estamos en paz . El dolor se convierte en recuerdo y perdón. La vida sigue .
Sólo a veces me imagino sus ojos y su risa. Ahora tendrías 25 años .
Que duro. Que dulce. Que triste. Pero que luminoso.
ResponderEliminarGracias !!! Muchas gracias !!! Abrazo enorme !!!
ResponderEliminarCreo que el comentario de arriba era mío. Pero igual: volver a leerlo desgarra.
ResponderEliminarIgual. Yo lo leo poco . Gracias por acompañar el dolor . Abrazo grande Gregoria ❤️
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