Lo primero que recuerdo es que fue a despertar a Cecilia lamiéndole el cuello y haciéndole cosquillas.
Lo amamos y nos amó.
Legalizamos su estado con varias visitas al veterinario que constan en una libreta sanitaria que le hizo Martín, donde se pueden ver varios datos relevantes como nombre,apellido y partido político.
Fidel Castro Quintana,partido Comunista. Y otros más curiosos, para él, que era perro,digamos.
Se había criado comiendo basura,maña que le fue difícil de sacar. Como la de robar pollos al vecino, saltar tejidos,muros y otros varios obstáculos,morder cada tanto a la gente que frecuentaba la iglesia de la esquina, y la de vivir sumamente enamorado de cuanta fémina canina hubiera en el pueblo.
Siempre lo hizo, y si tratábamos de escapar de su compañía, era tarea inútil, al rato nos encontraba.
Sabía adónde iba Cecilia los sábados a bailar, y la buscaba en la pista, entre la gente.
Compañero de todas y cada una de las aventuras que se vivían en esa comunidad variada que era nuestra familia,llena de jóvenes y niños.
Para saber adónde estaban los mellizos sólo tenía que mirar adónde estaba dirigida la mirada de Fidel.
Se volvía loco por ellos, lo dejaban participar de todos sus juegos,excepto la escondida, porque nadie podía ganarle.Movía la cola a cada amigo,y se escuchaba el clásico : - pica, pica! !! ,y a continuación: - no vale, fue Fidel! !
Tenemos tantas anécdotas, pasamos tantas cosas juntos, imposible ponerlas en un sólo relato.
Un enamorado al estilo Romeo. Era matar o morir. Estaba días con su amada de turno, en feroces luchas con el resto de la jauría. Ciego. Enloquecido. Volvía cuando ya no le quedaban fuerzas. Hecho pedazos,ensangrentado, flaco,deshidratado. Quedaba donde caía,y parecía que ya no iba a volver a levantarse. Lo arrastrábamos y procedíamos a resucitarlo. Inyecciones,costuras, remiendos, retos. Y su mirada de perro arrepentido. Ay Fidel! Perdió las dos puntas de las orejas en esas lides.
En nuestra lucha por tratar que no escapara hicimos de todo. Levantamos el tejido ,pusimos alambres sobre el muro.Lo atábamos. Todo inútil.
Una vez le atamos al collar una especie de ruedita de madera, era el eje de una rueda de carro, bastante pesada. Martín la bautizó" la piedra de la vergüenza" . Y Fidel se paseaba por las veredas de la casa apelando a nuestra conciencia. Hasta que lograba liberarse, claro.
Y así sucedía la vida. Y él ahí. Siempre.
En cada acontecimiento. Amaba las fiestitas de los chicos . Siempre había que convidarle algo.
Era tan travieso como sus compañeros humanos. Se metía en las camas, rompía cuánta pelota inflada encontraba.
Así vivió incontables años humanos.
Hasta hace unos días.
Ya estaba muy viejito, con todas las cosas de perro viejito.
Una mañana despertó pero ya no pudo pararse,no quiso tomar agua,y eso que tomaba litros de agua cada día, tenía la mirada fija y perdida.
Supimos que se despedía. Me acerqué a tomarle la pata. A acariciar su noble cabeza surcada de cicatrices. Y lloré con toda el alma. Tanta vida pasó en ese instante por mi mente. Tanto que no cabía en lágrimas, ni en palabras.
Y se fue. A donde van los perros buenos.
Está sepultado al lado del río. Cerca de una cruz que recuerda a alguien que se ahogó por acá.
Merece un buen homenaje. Quizás los otros compañeros le hagan canciones, o escriban, o llenen algún rincón del alma con su recuerdo.
Gracias a todos los que compartieron algo con él, los que se dejaron querer por este amigo, el mejor.
Te vamos a extrañar mucho Fidel.
ResponderEliminarYo creí que eras comandante por el Che. Pero igual... eras Comandante. Ahí mi venia, Comandante.
ResponderEliminarSi, era el comandante de todos los líos del barrio mi viejito lindo ��
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